El campo nos une

Por Jimena

La experiencia con mi padre y el campo se trasladó a mi relación con mi hija. El nacimiento de un bebé, la llegada de una personita a nuestra vida, nos transforma y revoluciona. Cuando esto ocurre, entiendes que es hora de ser un guía, de aplicar tu conocimiento. Ya no caminas solo.

La llegada de Sara Isabella a mi vida, hizo que empezara a convertime en una base, en un pilar, para su crecimiento y más que eso, ayudar a la formación de su carácter, personalidad y autonomía.

Isabella ha crecido en el campo rodeada de naturaleza, escuchando el cantar de los pájaros y el susurro del viento, sintiendo amor por su tierra y teniendo presente que esta siempre se lleva en la sangre. Su abuelos maternos han sido agricultores que tienen la convicción de que de la tierra y sus frutos se puede vivir. Por eso, esto se le ha sido trasmitido.

Ella a sus 8 años e edad, acompaña a las labores de cuidado de las gallinas ponedoras y la siembra de hortalizas. Su interacción con el campo ha sido grato y no impuesto y puedo decir que estar relación con la naturaleza nos ayuda a nuestra relación como madre e hija.

Incluso, en este caso, no es el adulto quien le enseña a su hijo, sino que ella es la que me orienta y me enseña en el proceso de las gallinas, desde llevarla a su lugar, recoger los huevos, limpiarlos y empacarlos para su venta.

Esto nos sirve de ejemplo, de cómo a través del campo podemos crear vínculos afectivos, ver cómo participan en su formación al descubrir su curiosidad y pasión por la sembrar una semilla y poder ver su germinación. Es esa la emoción con que relato mi experiencia, al darme cuenta cómo el campo nos une.

#Familia #Crónica